Mi camino en la medicina comenzó como el de muchos: entre libros, hospitales y protocolos. Me gradué cómo médico cirujano en el 2013 y ejercí durante mucho tiempo como médico con mirada tradicional… Pero con el tiempo, algo dentro de mí empezó a hacer ruido… como ese intestino que grita cuando nadie lo escucha.

Me negué a normalizar muchos síntomas que parecen “normales” —como hinchazón, fatiga, infecciones recurrentes, candidiasis, niebla mental, ansiedad o alergias— hay una raíz común ignorada por la medicina tradicional: un intestino inflamado, permeable y sobrecargado… física y emocionalmente.

Y decidí cambiar el rumbo.

He complementado mis estudios en medicina integrativa, estudié microbiota (el cual es un tema que me apasiona), hice cursos de fitoterapia, desparasitación, aceites esenciales, metales pesados, suplementación, y aprendí sobre hábitos que fortalecen (o debilitan) nuestra salud intestinal... Pero también entendí que no basta con saber. Hay que traducir. Humanizar. Acompañar.

Así nació mi enfoque actual: una medicina más honesta, empática y real, donde el intestino y microbiota no solo se trata como un órgano… sino como el reflejo de todo lo que has vivido, sentido y tragado (literal y emocionalmente).

Te comparto mi historia personal, yo también llegué a normalizar síntomas. Durante mucho tiempo me sentí agotada, me costaba levantarme de la cama en las mañanas, con bajo ánimo, ansiedad y en una especie de niebla mental que ningún examen sabía explicar. Probé tratamientos convencionales como psicoterapia, mejoré mi nutrición, incorporé la meditación, entre otras cosas sin éxito, hasta que fui encontrando en la medicina integrativa herramientas reales que me ayudaron a salir de ese ciclo. Hoy por hoy, siento que este camino —aunque no es perfecto ni lineal— es el que más sentido tiene para sanar en profundidad.